Nueva York, 1955. Encontramos al que en el futuro habría de ser recordado como padre del mail art trabajando en una librería de la ciudad. Es el jovencísimo Ray Johnson y recién ha salido de la Black Mountain, mítica escuela neoyorkina vinculada ya para siempre al recuerdo de Jonh Cage o Andy Warhol.
Los periodistas que conocieron a R.J escriben sobre su talante serio su pinta de empollón. Señalan la ironía de que haya sido precisamente un chico hermético y solitario (solía organizar sus particulares “nothings” como contrapartida a los happenigns tan de moda por aquel entonces) el creador de ese enorme circuito de diálogo que conocemos con el nombre de mail art.
Todo comenzó con algo aparentemente extraño llamado moticos
“Realmente son collages -un conjunto de imágenes y trozos de papel y cosas así- pero suena demasiado a lo que realmente es, así que yo lo llamo moticos.”
Como R.J desvela, tras el nombre no se oculta nada demasiado original. Lo interesante no fue crear estas obras diminutas, ni siquiera bautizarlas con un nombre extravagante, la buena-idea fue enviarlas por correo, mandarlas a una lista plural de destinatarios que habrían de recibirlas en sus casas.
Los primeros receptores pasaron a convertirse en emisores, se iniciaba el proceso de comunicación. La ciudad se vió envuelta con las líneas de un cruce de sobres postales cargados de collages y recortes de prensa, nacía la primera gran red de mail art.
Antes de R.J, los mundos del arte y el sistema postal se habían relacionado en muchas ocasiones. La historia del arte recuerda numerosos episodios, como los envíos duchampianos o los experimentos, en la década de los 20, de los futuristas italianos (Giacomo Balla o Pannaggi utilizaron el correo para enviar piezas y propuestas, cartulinas, tipografía y aditamentos) Tras ellos experimentaron cubistas y dadaistas. Además muchos de artistas plásticos han sido ocasionalmente mailartistas. Pero antes de R.J no existía aún ese concepto de gran red que puso en marcha el estudiante y que no haría sino girar y agrandarse y atravesar el siglo sin detenerse.
Unos años más tarde esa red pasó a tener un nombre grandilocuente e irónico constituyéndose en la New York Correspondence School of Art, y guiñando un ojo al cruce de palabras entre Escuela de Arte de Nueva York y a las escuelas por correo en la que algún artista enseñaba arte mediante suscripción. Poco después se convertiría en la Correspondence School Dance.
John Held explica:
“Los moticos se convirtieron en un pilar principal de la escena artística de Nueva York. Johnson estaba tan próximo a las estrellas artísticas importantes que surgían -Robert Rauschenberg y Andy Warhol- como del grupo experimental Fluxus. En 1965, el participante de Fluxus, Dick Higgns publicó el libro de Johnson The Paper Snake -La Serpiente de papel- en la editorial Somenthing Else Press, un collage con los motivos que Higgins había estado recibiendo durante años. Fue el primer libro de lo que ahora conocemos como arte correo”.
En los 70 la red creció hasta límites insospechados, se multiplicaron los mail artistas y sus tentáculos alcanzaron lejanos puntos del planeta. El primer año de esta década se inaugura en Nueva York una exposición de mail art en el Museo Whitney de Arte Americano. Las exposiciones de mail art jugaron un papel importante, no sólo como formas democráticas de exhibición de trabajos, sino también como lazo de unión entre distintos mail artistas. En ellas se incluían listados con las direcciones de los componentes de un circuito cada vez mayor.
El mail art se difundió en revistas especializadas, como la canadiense FILE, editada por un colectivo de artistas llamado General Idea.
Podemos acceder a importante bibliografía en castellano sobre el tema gracias a los trabajos de Merz Mail, un grupo de estudiantes de la Facultad de Bellas Artes que durante la elaboración de un trabajo para la misma descubrieron el mundo del arte correo y la ausencia total de textos y material sobre el tema en nuestro país. Explican que, fascinados por el enorme potencial del mail art en todos los campos del arte, comenzaron a trabajar, no sólo en el recopilatorio de todo el material que a ellos les hubiese un día gustado encontrar sobre el tema, sino también con proyectos en el ámbito de la red.
Podéis visitar la web del colectivo aqui. (El nombre Merz Mail constituye un homenaje al dadaísta Kurt Schwitters ( Merz era el nombre con el que se refería a sus collages) y al mail art.
Pequeña historia del mail art
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